lunes, 9 de mayo de 2011

Un barrio acostumbrado a convivir entre grietas- Vigo

Incertidumbre, indignación y miedo entre los vecinos de los edificios colindantes al número 36 de Alfonso XIII. Lo que no sintieron ayer cuando se toparon la calle cortada y precintada y la Policía Local les comunicó que el inmueble que ha "contagiado" tantos desperfectos a sus viviendas estaba a punto de derrumbarse fue sorpresa. "Esa grieta nació hace 15 o 16 años", asegura Ángel Puza, propietario del establecimiento de lavandería ubicado en el edificio contiguo e inquilino del mismo. "Tengo 74 años y lo único que puedo dejar a mis hijos es este negocio y nuestra casa, y ni siquiera supe nunca si van existir para entonces", se lamentó. Puza dijo estar "harto de pagar a albañiles para que arreglen paredes y techos y limpiar humedades" en su vivienda, "provocadas por el mal estado del de al lado". A pesar del "riesgo inminente de caída" del que les informó la Policía Local tras la visita de los técnicos de Urbanismo, su esposa, Mucha, garantizó desde el principio que no están dispuestos a marcharse de su casa, y que "ya es hora de que alguien asuma responsabilidades después de tantos años sin decirnos, ni siquiera, el nombre de la empresa a la que pertenece".
En el inmueble número 38 también residen Maite Pena, su marido y su hijo de dos años. Aseguran que aunque los expertos que evaluaron el peligro no consideren necesario desalojar las viviendas vecinas, "antes que nuestra casa está nuestra seguridad, y no nos creemos que el derrumbe de un edificio no provoque un movimiento de tierra y afecte al de al lado". Pena se mostró "indignada" porque el inmueble en el que habita, también del año 1913, sea objeto de inspecciones técnicas "que nosotros pagamos", y sobre el que está abandonado "no hay ningún tipo de control de seguridad, a pesar de las continuas quejas". La primera de su larga lista de reclamaciones en el Concello, fue emitida hace cuatro años, cuando "ya había demasiadas humedades y se cayó un falso techo". A partir de entonces, Pena, al igual que otros inquilinos de su edificio, se dirigió periódicamente a Urbanismo para exigir una solución al problema y desde la concejalía "siempre desviaron la respuesta a los propietarios", explicó.
Su vecino y presidente de la comunidad del otro edificio que flanquea el que se prevé que sea derribado esta semana, Carlos Sanjurjo, salió ayer a la calle extrañado por la falta de ruido. "Lo que más miedo me da es este silencio, que significa que algo va mal –dijo–, y deberían darnos algún tipo de explicación porque quiero saber ya si mi mujer, que va a dar a luz esta semana, lo hará aquí o en otro barrio".
En cambio ella, Ana del Río, decía estar más tranquila que su marido. "Si se va a caer que nos lo digan, porque la maleta de emergencia para el hospital ya la tengo preparada y no es el momento de andar de aquí para allá con sustos", protestó. El propietario de un comercio de instrumentos musicales sito en el número 40, Alfonso Portas, también se quejó de la falta de respuestas por parte de Urbanismo y los agentes de la Policía Local a los que asediaron con preguntas tanto vecinos como viandantes curiosos. "Que el edificio está a punto de caerse no hace falta que lo digan, ya se ve desde hace tiempo, pero ¿hay que llegar a estos extremos para que alguien adopte responsabilidades?", señaló Portas.
Por su parte, el "público" que asistió al proceso de precintado de la zona o que se acercó para comprobar qué ocurría vaticinó muy poco tiempo de "vida" al inmueble número 36 de Alfonso XIII. "De hoy no pasa" o "lo raro es que siga en pie" fueron algunos de los comentarios que repetían los peatones al presenciar el despliegue de agentes policiales y el número de personas expectante tras las vallas. "Este edificio está tirando con todos los demás, y ya va siendo hora de que tiren con él", señaló Alfonso, un vecino del barrio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario