martes, 24 de enero de 2012

La rehabilitación de El Termómetro para pisos y oficinas finalizará “en febrero”. Oviedo

Tras casi siete décadas en pie en la esquina de las calles San Francisco y Fruela, poco quedaba ya del diseño original de uno de los edificios, junto con la sede del Servicio de Salud del Principado de la plaza de El Carbayón, ejemplo de la corriente racionalista en la ciudad. El Termómetro, como se ha rebautizado popularmente por su estética al inmueble de nueve plantas y curva acristalada inaugurado en 1944, había perdido su imagen original a causa de diversas intervenciones independientes realizadas a partir de los años 70.

Sin embargo, la actual propiedad Inversiones GF-4 S. L, lo desalojó a principios de 2009 e inició los trámites para someterlo a una reforma integral y asemejarlo así a sus inicios. Después de casi dos años, la obra llega ya a su recta final. Solo faltan «dos meses» para su reinauguración, según indicaron fuentes de la empresa. De momento, los más aficionados a la arquitectura modernista ya pueden deleitarse con la fachada, descubierta progresivamente en los últimos días con la retirada de los andamios que la han cubierto.

Siguiendo un diseño del estudio de arquitectura Borja Bordiú, el autor del proyecto, el inmueble acogerá a partir de febrero en su interior tres viviendas en los pisos superiores y seis oficinas de lujo, destinadas al alquiler de entre 100 y 200 metros cuadrados, gracias a una inversión cercana a los 800.000 euros, según el presupuesto inicial. Las vistas, destacaron, «son impresionantes». Basta asomarse por la ventana para contemplar la Junta General, el Campo de San Francisco, la plaza de la Escandalera y Uría.

Aunque ahora no es uno de los edificios con mayor altura de la capital, en sus tiempos llamó la atención precisamente por esto. Se levantó como un elemento más de la renovación urbanística tras los destrozos del 34 y por obra de Vidal Saiz Heres. Su tía, Concha Heres, le había realizado el encargo en 1936, pero nunca lo llegó a ver acabado ni a escuchar las críticas iniciales a un inmueble, que luego desaparecieron para alabarlo. Falleció el 2 de junio de 1943, en Madrid, un año antes de que se terminara.

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Con esta última rehabilitación, la propiedad ha tenido un objetivo claro: recuperar la imagen original. Para ello, se retirará el mármol de la fachada, que sufría algunas fisuras, y se colocaron piezas iguales a la originarias, con el mismo material, cromatismo y composición. La carpintería, que se encontraba en un estado de deterioro y deformación, también se renovará para asemejarla a la de hace casi siete décadas.
Casa Blanca
El Termómetro no es el único edificio en la zona que ha sufrido un lavado de cara integral para recuperar su esplendor inicial. La Casa Blanca, en Uría, también luce con su color original en el monolito. La comunidad de propietarios encargó a la empresa Esfer la rehabilitación del inmueble, con problemas de filtración y donde era necesaria la limpieza de su fachada. Además, cuando los obreros iniciaron los trabajos, se percataron de la necesidad del recambio de algunas piezas de la superficie. Estaban rajadas y hubo que cambiarlas y fijar otras. Los andamios se retiraron a principios del pasado mes, dejando como nuevo el edificio protegido, diseñado por Manuel del Busto y que data de 1929. En su época, también se promocionó como un rascacielos, de estilo Art Decó -corriente que se popularizó en 1925 a raíz de la Exposición Universal de París-, gracias a sus seis alturas. Su entorno, poco tenía que ver con lo que es ahora. Estaba rodeado de huertas.
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