lunes, 17 de diciembre de 2012

León, patrimonio subacuático.


Autor: E . Gancedo
No tiene costa León —aunque sólo 23 kilómetros de pura peña separan del mar Cantábrico la quilla valdeonesa de Picos—, pero sí mucha orilla de pantanos que en su día sumieron en el fango y el olvido a decenas de aldeas y pueblos montañeses con miles de años de historia vivida e inmensas alforjas de patrimonio a las espaldas. Bien conocidas son las osamentas roídas de las casonas, torres de iglesia y murias del valle del Luna, que emergen cuando escasea el agua, y que son fotografiadas por excursionistas y usuarios de la AP-66. También en los ribazos del embalse del Porma piezas de la arquitectura popular como dinteles, pegollos de hórreo y piedras que un día fueron ermita aparecen y desaparecen al albur de crecidas y descensos.

No lo son tanto las ruinas y vestigios pertenecientes al patrimonio histórico y monumental sumidos bajo el agua represada, y que tienen en el entorno de Riaño algunos de sus más señeros testigos. Precisamente en este pasado mes de octubre han sido fotografiados varios de ellos, toda vez que la bajada de nivel ha sido muy considerable —de hecho, a pesar de las últimas lluvias, aún pueden observarse—. El primero de ellos es el Castillo de Riaño, cuyos grandes sillares son perfectamente reconocibles en las cercanías del paraje conocido como La Isla. «Resulta curioso que la propia agua del pantano haya ‘rescatado’ estos restos y que, al retirarse, los haya hecho más visibles de lo que estarían sin ella, puesto que los ha lavado y ha eliminado la tierra, árboles, maleza, etc.», comenta el archivero, político e historiador Alejandro Valderas, quien el pasado mes se encargó de localizar y fotografiar estos elementos.

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Así, del castillo prácticamente sólo existe el estudio ofrecido por José Avelino Gutiérrez en su libroFortificaciones y feudalismo en el origen y formación del Reino de León (siglos IX-XIII), donde explica que era «de planta rectangular con gruesos muros de mampostería con mortero». Y continúa el análisis: «En el ángulo sudeste se adosó un espacio rectangular a modo de torreón, mientras que en el ángulo opuesto un refuerzo interior protege la puerta. Aumenta la defensa un envolvente foso excavado en la roca por el noreste y un vallado terrero por el norte, oeste y suroeste». En otra parte reflexiona sobre su estratégica situación, centro de un territorio en la cabecera del Esla «que se conoce desde mediados del siglo X y que rigen tenentes o delegados regios, documentados desde 1164». También apunta a que hacia el suroeste se localizó otro foso que conformaba «un asentamiento antiguo, donde aparecieron lápidas vadinienses». De hecho, el castillo aún no está catalogado por la Junta, como ha denunciado hace poco Alejandro Valderas, procurador en las Cortes por UPL, quien sospecha que no lo están «una veintena de ellos en León». Por ello, pedirá que se inventaríen todos «de cara, al menos, a su estudio y documentación».

Pero, además, su cámara ha captado los restos de lo que parece una larga muralla con su correspondiente terraplén, cerca del castillo, de la cual no parece tenerse noticia alguna; una estructura rectangular que podría corrresponder a la antigua iglesia de Santiago y otros cimientos, uno de las cuales, cerca de otros escombros, estos modernos —los del Parador—, podría corresponder al monasterio de San Ciprián, del siglo IX, el más antiguo de la montaña leonesa, donde Valderas halló restos de cerámica medieval. Otras construcciones históricas que han emergido han sido los puentes de Pedrosa del Rey, el del siglo XV, de tres ojos, y el medieval, de uno. El primero de ellos, imponente por su factura y dimensiones, y por las curiosas marcas de cantero que presenta, está sufriendo frecuentes robos de sus piedras sillares, según denuncia Valderas. «La gente se las lleva para sus chalets».

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