miércoles, 13 de marzo de 2013

Badajoz desentierra su pasado más primitivo


Por muchos es conocido y admirado el origen musulmán de la ciudad. Pero las raíces de Badajoz se remontan más atrás. Durante las diversas excavaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en la Alcazaba -la más reciente de ellas realizada en el proyecto de restauración y consolidación ejecutado entre finales de 2010 y mediados de 2012- y las intervenciones que se han desarrollado en el fuerte de San Cristóbal -donde en estos momentos está en marcha una campaña de arqueología-, han salido a la luz numerosos materiales de época prehistórica. En la imagen de abajo se muestran algunos de los objetos que fueron obtenidos en excavaciones efectuadas hace décadas en San Cristóbal.

Estos hallazgos vienen a constatar que tanto en el cerro de La Muela como en el de San Cristóbal hubo asentamientos de poblaciones en el periodo prehistórico.

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En este sentido, de la Alcazaba se han recuperado restos del Calcolítico (Edad del Cobre), de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. De estas mismas etapas se han destapado ahora numerosos vestigios en las obras que se están efectuando en el fuerte de San Cristóbal, en la Margen Derecha del Guadiana. En cuestión de meses Badajoz ha desenterrado una parte importante de su pasado más primitivo.

Al museo
Una vez que se encuentran, estos elementos son estudiados, documentados y catalogados. Posteriormente se envían al Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, donde se conservan e, incluso, se exponen algunos de ellos.

Según explica Rodrigo Cortés, arqueólogo que participó en la última excavación de la Alcazaba y que forma parte del equipo que está trabajando en los sondeos y seguimiento arqueológico del yacimiento ubicado en el fuerte de San Cristóbal, la mayoría de los materiales prehistóricos que se recuperan son objetos aislados, fuera de contexto, por lo que no aportan mucha más información de la que ya se conoce sobre este periodo histórico en la capital pacense. Se trata de trozos de cerámicas o algún canto, entre otras cosas.

En el caso de la fortaleza abaluartada del siglo XVII, que actualmente está siendo restaurada, las piezas han aparecido en el interior del recinto. En este mismo espacio se ubican los demás restos que han sido descubiertos durante las catas previas a la intervención y en el seguimiento.

A finales de noviembre de 2012 empezaron los sondeos vinculados a la fase previa de excavación del proyecto de rehabilitación de este enclave. Las labores duraron dos meses, ya que concluyeron a finales del pasado mes de enero. Durante este tiempo se realizaron varias catas en el foso del fuerte y otras tres en el interior.

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«Hay constancia de que hubo un asentamiento prehistórico y que también pudo existir un poblado medieval, aunque si lo había ya no queda nada. Durante la edificación de esta construcción en 1642 quedó la plataforma del cerro totalmente arrasada», indica Cortés. «En el foso no apareció nada. Tampoco lo esperábamos porque, además, los franceses volaron la roca con pólvora, así que si hubiera habido algo habría sido destruido», añade.

Actuación en el fuerte
En el interior de las murallas sí ha aparecido un sistema de muros de lo que podría ser una antigua construcción religiosa. «Se sabe que en el siglo XVII existía una ermita que dio nombre al fuerte y que se siguió utilizando posteriormente. Ahora estamos estudiando y valorando si esos arranques de muros pertenecen a ella o no», manifiesta el arqueólogo.

Dentro de la fortificación también han sido descubiertas áreas de pavimento empedrado (fotografía de arriba), «que están asociadas a las obras que se llevaron a cabo en 1811» y un pozo de agua. Parte de dicho pavimento, que ya ha sido tapado, fue destrozado por uno de los ataques vandálicos que se ha registrado en este espacio.

Finalizadas las excavaciones previas, comenzó el seguimiento arqueológico de la intervención. Se trata de vigilar, controlar y verificar que durante la ejecución del proyecto ningún elemento patrimonial se vea afectado. Los arqueólogos están presentes cada vez que se lleva a cabo algún movimiento de tierra.

Según narra Cortés, durante estas tareas se ha destapado la base de un muro que yacía bajo tierra en la zona norte de la fortaleza. «Parece que es el muro espaldón del baluarte. Este lienzo hacía de barrera para resistir el empuje de tierras y agua», destaca el arqueólogo. El arquitecto encargado de este proyecto, Luis Acevedo, asegura que este hallazgo se pondrá en valor y se mantendrá a la vista para que pueda ser contemplado por los visitantes.

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