miércoles, 17 de abril de 2013

El Canto del Pico amenaza ruina. Torrelodones (Madrid)


De residencia del conde de las Almenas —que la construyó en 1920— a rincón de asueto del dictador Francisco Franco y de su familia, pasando por un proyecto de hotel de lujo nunca edificado y algún intento de compra por parte del Ayuntamiento de Torrelodones. Y todo ello, para acabar en estado de abandono.

La Casa-Palacio del Canto del Pico, calificada como Bien de Interés Cultural (BIC), se divisa, desde kilómetros a la redonda, encaramada a una colina de 1.022 metros de altura, coronando el municipio de Torrelodones. Todavía, porque al ritmo de deterioro actual, con poco o ningún mantenimiento desde hace más de 30 años, puede llegar a desaparecer. “La gente no ve más allá de que fue la casa de Franco, y ese es un hecho anecdótico en una finca y unas viviendas de gran valor arquitectónico y medioambiental que se están dejando morir”, advierte Isabel Pérez Van Kapell, paisajista y experta en el Canto del Pico.

Stoyman Holdings Limited (SHL) adquirió la finca de 83 hectáreas en 1988 a los herederos de Franco por 1,8 millones de euros. Los socios acariciaban un sueño: edificar un hotel de lujo en esa atalaya, ubicada en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, desde donde se divisan Madrid y 37 municipios más. Y no han desistido, asegura la empresa, a pesar de que el paso del tiempo transcurrido merma las fuerzas.

Se han topado con problemas de licencias en un terreno protegido. “Una gran burocracia como solo te puedes encontrar aquí”, en opinión de uno de los socios. SHL obtuvo un permiso de obras municipal en mayo de 1991. Tardó nueve años en comenzar a construir, y el Ayuntamiento paralizó la licencia al entender que había caducado.

Aquel intento se plasmó en una grúa inoperante que quedó asociada al conjunto arquitectónico durante meses. La empresa presentó un recurso contencioso, amparándose en que el Ayuntamiento había incurrido en silencio administrativo. La Justicia dio la razón a la Administración en 2011.

A pesar de este último varapalo, la empresa está convencida de que no tendrá ningún problema si decide pedir otra licencia para construir el hotel, que según el proyecto primitivo contaría con 20 habitaciones —más otras 30 en dos casas adyacentes—, piscina cubierta y un aparcamiento para 100 vehículos.

A su favor esgrime que la Comunidad de Madrid aprobó en 1990 la modificación puntual de las normas subsidiarias de Torrelodones en el ámbito del suelo no urbanizable protegido del Canto del Pico, permitiéndoles edificar. Pero mientras llega esta u otra solución, la Casa-Palacio se desvanece día a día.

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Ni siquiera se ha instalado la reproducción de los 10 arcos góticos del claustrillo del siglo XIV que adornaba el edificio, y que regresó en 2007 a su ubicación primitiva, el monasterio cisterciense de Santa María de Valldigna. La Generalitat de Cataluña pagó un millón de euros por él y se comprometió a realizar una copia exacta de las 238 piezas que lo componían para el Canto del Pico. SHL explica que no ha habido ninguna dejación ni por parte de la Generalitat ni por parte suya. “No lo podemos poner porque sólo hay un guarda durante el día, porque es lo que nos podemos permitir. Y eso no evita que siga entrando gente que daña el edificio. Hace cinco años, destruyeron 10 columnas romanas... ¡Cómo vamos a poner la copia!”, sostiene uno de los socios.

Algo impensable cuando José María del Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas, un ferviente coleccionista, construyó la casa con elementos arquitectónicos de los más diversos estilos y épocas, traídos desde diferentes puntos de España. El edificio incluso llegó a gozar de la calificación de monumento histórico artístico en 1930, y de una exención de contribución territorial urbana concedida por el Tribunal Supremo en 1955 “por ser de hecho un museo del Estado”, según documentación facilitada por el Colegio de Arquitectos de Madrid.

Aunque también tuvo que ver épocas peores, como cuando el Gobierno regional intentó rebajar su protección de BIC e incluirlo en un simple inventario de bienes en 2004. En un Consejo regional de Patrimonio se aseguró que había perdido todo su valor con el paso de los años.

Y tiempos mejores: en noviembre de 2005, el entonces alcalde, Carlos Galbeño, anunció a bombo y platillo que había alcanzado “un acuerdo histórico” para que el Canto del Pico pasara a engrosar el patrimonio público.

Su intención era intercambiar alguna parcela municipal con la SHL, y así dedicar tanto el palacio como sus jardines y sendas a todos los ciudadanos. Era un primer paso que se consolidaría en un convenio definitivo en seis meses. El coste de la rehabilitación, todavía sin cuantificar, se iba a cofinanciar con el Gobierno regional. Pero no pasó de ahí, nunca se alcanzó el siguiente escalón.

Pasan los años, y el callejón del Canto del Pico sigue sin tener una salida. Por unos o por otros, la ruina sigue atenazando a la casa y sus jardines, ya casi desaparecidos. La semana pasada hubo una reunión con la Consejería regional de Empleo, Turismo y Cultura en un intento más de vislumbrar una solución que garantice la conservación del Canto del Pico. Pero hasta el momento, ha sido imposible de hallar.

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