martes, 23 de abril de 2013

El tráfico devora las fachadas de las iglesias históricas. Sevilla.


Las emisiones que provoca el tráfico rodado no son buenas para la salud, el medio ambiente y para la conservación del patrimonio de la ciudad. Los templos están padeciendo en los últimos años un “deterioro acelerado” debido al paso de los coches cerca de sus fachadas, según un estudio publicado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, que recomienda “establecer perímetros de seguridad” en torno a estos monumentos. Además, en sus conclusiones, defiende la modificación de “los planes urbanísticos, en los que se deberían tomar medidas tales como el control del tráfico mediante limitación en el número de vehículos y áreas de restricción”. Es decir, que sería favorable a iniciativas como la peatonalización de la Avenida, que favoreció la restauración de la fachada de la Catedral, o el Plan Centro que el actual alcalde, Juan Ignacio Zoido, decidió anular respondiendo a una de sus promesas electorales.

En concreto, los templos analizados, que fueron construidos entre los siglos XIII y XIX, se encuentran en el Casco Histórico y en Triana, siendo Torneo y la Macarena los lugares con mayor concentración de emisiones, en especial de óxido de azufre, uno de los elementos que más ataca a las fachadas de las iglesias. El informe indica que, debido al bajo índice de actividad industrial en la capital hispalense y la variación de la presencia de este óxido en función del tráfico, todo “hace pensar que la principal fuente de azufre en Sevilla proceda la circulación de vehículos a motor”.

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El estudio hace una clasificación de las “patologías” más frecuentes en las fachadas de las iglesias. En primer lugar se encuentran las incrustaciones o reposiciones que se han puesto a lo largo de los años y que son incompatibles con los materiales originales. Además están los depósitos (que se visualizan como manchas) superficiales de color grisáceo o negro que pueden observarse en los templos. “Ambos indicadores de alteración tienen una frecuencia de aparición muy alta, presentándose en un porcentaje del 75% y el 78%, respectivamente”, señala. Asimismo, indica que las reposiciones que con el paso del tiempo están en mal estado son causadas por las reparaciones, “no siempre acertadas, que se han sucedido desde el primer tercio del siglo XX”.

Las pérdidas de material y la erosión, por su parte, aparecen en el 50% de las portadas de piedra de los templos estudiados –entre los que se encuentran la Anunciación, la Magdalena, San Julián, San Juan de la Palma o San Lorenzo, hasta sumar 25–, si bien su extensión varía dependiendo del monumento.

El último factor de alteración en cuanto a la frecuencia en su aparición son las costras negras, que se detectan de manera visual en el 37% de las fachadas analizadas por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico en el Estudio estratigráfico de costras y depósitos en templos del Casco Histórico de Sevilla. Estas costras, explica, “implican una reacción química, cuyo mecanismo se produce por el ataque de los óxidos de azufre a la matriz carbonatada de las rocas”.

Estas alteraciones pueden observarse en sus diferentes vertientes en los templos analizados. Pueden encontrarse incrustaciones en las jambas estriadas del arco ojival de la portada de la iglesia de Santa Ana o depósitos en la imposta de los templos de Santa Catalina y San Marcos. En el caso de Omnium Sanctorum, el informe destaca las costras negras en su arquivolta, jamba e imposta de la fachada principal.

“Se aprecia una relación directa entre la intensidad del tráfico y la alteración por costras negras y depósitos”, insiste el estudio, al tiempo que subraya que las costras negras se pueden contemplar a simple vista con más frecuencia en las iglesias que se encuentran en calles con alta densidad de paso de vehículos y con las fachadas muy cerca de ellas. Ahí la frecuencia de la patología aumenta al 58% de los casos, “mientras que en portadas ubicadas en vías de medio y bajo tránsito de vehículos su presencia disminuye considerablemente a porcentajes del 30% y el 18% respectivamente”.

Mientras tanto, la aparición de depósitos en estas fachadas “sigue también una relación directa con el tráfico rodado, si bien las diferencias entre los porcentajes de aparición no son tan marcadas”, reseña el informe.

En lo que se refiere a la concentración de óxido de azufre, el estudio revela que el paso de tráfico rodado multiplica la aparición de costras negras en las fachadas.

Ya en 2009 un estudio en el que participaron profesores de las universidades de Sevilla y la Olavide revelaba que las costras negras “derivadas del intenso tráfico” constituyen el “principal problema” de las fachadas de los templos de la ciudad.

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