miércoles, 7 de agosto de 2013

Valencia. Las goteras dañan el mercado Central.

Artículo de Lola Soriano
El mercado Central es la despensa de Valencia, paso obligado de turistas y un gran recinto de productos frescos con vocación de crecer, puesto que en breve comenzará a vender sus productos a clientes de Europa. A pesar de ello, los vendedores de este edificio protegido siguen padeciendo problemas ya viejos, como las humedades y goteras, unas deficiencias que no se erradicaron con la restauración integral del recinto, que se acometió en 2004 y que llegó a costar 15 millones de euros (el 50 por ciento lo pagó el Ministerio de Vivienda y la otra mitad entre la Generalitat y el ayuntamiento).

A fecha de hoy, el dinero de las administraciones no fluye con la misma facilidad y son los propios miembros de la asociación de vendedores los que están pagando las reparaciones de goteras que van surgiendo. «Sólo en lo que va de año se han reparado entre ocho y diez goteras. Hemos invertido cerca de 3.000 euros, pero todos los años van surgiendo nuevas», confiesa Luis Roberto Doménech.

Tras la reforma integral, los vendedores ya enviaron reclamaciones, acompañadas con fotos, a la empresa que realizó las obras para que se repararan desperfectos, pero nunca hubo una respuesta positiva. «Hemos comunicado en varias ocasiones al ayuntamiento que tenemos problemas de goteras, pero no nos ofrecen soluciones», añade.

Desde la asociación de vendedores detallan que son uno de los dos mercados de Valencia que se autogestionan, «pero el mantenimiento del continente, es decir, el edificio, es responsabilidad del consistorio, pero no hacen caso y nos dicen que no hay dinero», asevera un vendedor del mercado Central.

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Los afectados van acumulando facturas de las reparaciones realizadas a la espera de que se abonen. «Ahora también han aparecido goteras en el sótano, en el aparcamiento de pescadería. Hay cuatro. Dos de ellas las hemos reparado, pero hay otras dos que se han reconducido, pero siguen estando», añade el comerciante.

No son pocos los vendedores que opinan que cuando se hizo la restauración integral del edificio protegido, «se debió de levantar toda la cubierta y poner tela asfáltica, porque hoy reparamos una gotera y al poco tiempo sale otra», explica un vendedor de fruta. Un pescadero, Pascual Delma, apunta que «cuando llueve, cae mucha agua. Se cuela por los pilares de hierro y va salpicando. Estamos hartos de comunicarlo a las autoridades».

En bastantes puestos de pescadería, y en algunos puntos de la zona de frutas y verduras, han tenido que improvisar unos paneles de plástico para ponerlos en el techo de las paradas y así evitar que el agua se acumule «porque me estaba estropeando los motores del frigorífico y el agua ya me ha arrancado tres pesos», indica una empleada de Mariscos Conchín. «No sabemos si nos entra por las juntas de las vidrieras o por las tejas, pero a mi también me ha roto varios pesos y se cuela el agua en los conductos de la luz. Es un peligro», añade Ana Sellés. «Yo también me he tenido que pagar el nuevo peso y el plástico porque aquí todo va a costa del vendedor», comenta Francisco Tejero.

En la frutería Ros, que está junto a la cúpula del mercado, explica que hay partes de la parada «donde no puedo poner fruta porque se moja. Y en invierno me toca poner paraguas para que no se me mojen las clientas».

Pero los problemas no acaban con las goteras. En buena parte de las cubiertas salta la pintura, hay plantas que crecen en la fachada «y se quemó parte de la fachada recayente a Barón de Cárcer, cuando ardió un quiosco próximo, y la piedra de la fachada sigue negra y sin arreglar. Y en una de las ventanas tenemos que poner un cartón para que no queme el sol», afirma el gerente. Todo ello, por no hablar de las máquinas de aire acondicionado que el ayuntamiento tiene pendiente reponer, ya que ahora están en fase de estudio técnico.

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